jueves, 6 de agosto de 2009

Segunda parte...

Tras dormir sólo una hora a intervalos no consecutivos en una moqueta y una cama, a las 3.30 am nos hemos puesto en marcha y unas horas después estábamos en el aeropuerto.

Tras registrarnos y tener un extraño episodio con un vaso de leche (Gracias Pat!!) hemos cogido el avión de vuelta a Pekín. Unas molestas 4 horas después, y digo molestas por que cada vez que cerraba los ojos y cogía una postura cómoda, o empezaban las turbulencias o me despertaban para darme la bebida, la comida, decirme que "abriera" la ventana o darme los certificados de salud para rellenarlos, estábamos en Pekín de nuevo, justo en las mismas colas en las que nos encontramos pocas horas antes.

Cuando pasamos todos los controles necesarios, montamos con otras 15 personas y los dos guías en un autobús para nosotros solos que nos llevo a un restaurante de pato pekinés donde me atiborré una vez más a verduras, arroz y cosas que desconozco, y conocimos a una pareja de estadounidenses muy maja con la que puedo hablar ingles perfectamente y a los que entiendo de lujo. Además me ha subido mucho la autoestima ver que no sólo no he perdido mi nivel de inglés oral, ¡sino que lo he mejorado!

Luego nos llevaron al Templo del Cielo, que ya visitamos en 2007 pero hicimos la ruta al revés y fue cuando realmente vi un cambio en Pekín. Ahora hay muchísimo verde, árboles, plantas, arbustos y jardines han sido implantados en cada rincón posible de la ciudad, sobre todo en las carreteras, y dado que antes casi no había, ha sido un cambio espectacular. Además están muy bien cuidados y algunos tienen dibujos compuestos por flores de colores realmente conseguidos.

Pero no sólo eso, el clima, aunque sea algo circunstancial o temporal, esta raro, antes en Pekín era como en Madrid en agosto, con mucho sol, ni una brisa y más humo que aire, sólo que un poco mas caliente, pero desde que hemos llegado una extraña niebla digna de novela de terror, que oculta todos los edificios a unos kilómetros, cubre cada parte del cielo visible, aumenta la humedad muchísimo y reduce el calor hasta los 31º. Incluso al acabar el día nos ha llovido, y bien llovido, con ganas.

La visita ha sido un poco peor porque compartíamos el guía con los otros 15 turistas y el guía sólo habla cantonés y mandarín. El otro guía, que nos organiza pero no nos cuenta las historias de las cosas sabe algo de inglés, pero no nos podemos enterar de nada el 98% del tiempo. Además, el 1 de agosto es fiesta en Pekín y los jardines estaban llenos de montones de grupos de gente china cantando el himno nacional, bastante bien debo añadir. Había mucha gente, muchísima más de lo normal por todos lados.

Después nos han dejado 2 horas libres para comprar y cenar pero nos han dejado entre dos centros comerciales muy en la línea del Corte Inglés en los que no hemos podido comprar nada. Tras un diluvio, una pelea de Mónica vs. tendera de comida, y mojarnos y aburrirnos un poco, nos han llevado al hotel, y qué hotel... ¡5 estrellas!

Una habitación de lujo, con casi todo lo imaginable, ¡incluida agua para beber gratuita! Televisión, 2 camas de matrimonio, un aseo gigantesco con una ducha súper amplia y una grandísima bañera. El único problema es que cuando se acerca Mónica va y dice que son 2 habitaciones y media (somos 5 personas). Justo después viene el guía que habla un poco de inglés, de unos 35 años y me dice que si me importa compartir habitación con él, a lo que sin dudar acepto, cargado de sueño y cansancio.

Y aquí estoy ahora mismo, contando mis aventuras del día 2 en el otro lado del mundo compartiendo habitación con un chino con el que me cuesta comunicarme y del cual no sé ni su nombre. Son ya las 23.00, la ducha ha sido reparadora y tras explicarle cuál es la moneda europea y cuanto vale, se ha dormido, yo estoy escribiendo esto y me apago por hoy, que llevo 3 días sin dormir mas de 30 minutos seguidos y mañana a las 6.30 am en pie, que creo que toca visita a la Muralla China.

Buenas noches, aunque allí sean las 17.00 de la tarde!

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