Érase una vez un niño que, siendo demasiado pequeño como para conocer su nombre, tuvo un accidente de avión en un país de Centroamérica. Perdió a sus padres y la suerte le condujo a un pueblo donde le acogieron. Sin embargo, este pueblo estaba formado por rebeldes que combatían en la guerra civil en la que el país estaba inmerso, y cuando el niño tuvo edad suficiente como para sostener un fusil tuvo que ganarse su sustento formando parte de la guerrilla. Años más tarde, cuando el niño era poco más que un adolescente y ya era el mejor tirador, el mejor luchador, cuando un compatriota de su país de nacimiento ya le había rebautizado con el nombre de Ryo, la guerra terminó con la derrota de los rebeldes y todos los supervivientes del bando perdedor fueron expulsados del país. Ryo pasó algún tiempo en Estados Unidos, donde empezó a trabajar como asesino a sueldo. Su fama se extendió pronto, su habilidad corrió de boca en boca, y enseguida empezó a ser conocido como City Hunter. Cuando al fin regresó a su país de origen, Japón, y se instaló en Tokio, su apodo se había hecho legendario, y su sola mención atemorizaba tanto a la delincuencia común como a la poderosa yakuza. Y al más puro estilo caballero andante, sólo hay que llamarle para que acuda en tu auxilio. Lo único que tienes que hacer es escribir XYZ en la pizarra de la estación de Shinjuku…
Naturalmente, si no eres una chica guapa olvídate, porque lo único que busca este grandísimo salido con cada trabajo es "trabajarse" a las clientas. Y es que el principal punto débil de City Hunter, o como a él le gusta más, del Semental de Shinjuku, son TODAS LAS MUJERES DEL MUNDO. No es una broma. Imaginad a Shin-chan con veinticinco años más y tendréis a Ryo Saeba. Cualquier chica corre peligro cerca de él, basta que vea una prenda de ropa interior para que las hormonas se le revolucionen. Y me refiero a la prenda sin la chica dentro. No debe existir mujer en todo Tokio que no le haya marcado la cara de un bofetón. Cada vez que tiene una clienta no para de acosarla de las maneras más disparatadas, ya sea haciéndose pasar por su almohada o encaramándose a su ventana agarrado a la pared con los dientes. Si no fuera por su ayudante Kaori, que le para los pies a mazazos (literalmente), cualquiera de ellas se encontraría bajo su protección más en peligro que antes de contratarle.
Kaori es la hermana pequeña del ex socio de Ryo en Tokio, Hideyuki, que murió asesinado al negarse a aceptar trabajar para la mafia. Ryo vengó su muerte y se hizo cargo de Kaori, quien tomó el puesto de su hermano en la sociedad. Ella se encarga de contactar con los clientes y pasarle a Ryo los encargos, y se las ve y se las desea para que lleguen a fin de mes, ya que al no querer aceptar encargos nada más que de chicas guapas, los ingresos escasean. También está enamorada de él, y no le hace ninguna gracia lo pervertido que es. Por eso cuando tiene que proteger a las clientas de él lo hace con un especial ensañamiento, que más de una vez le ha costado pasarse la noche a la intemperie, atado y colgado de un palo, bien lejos del sexo femenino. En el terreno profesional Kaori no está a la altura de Ryo, aunque se esfuerza. Es tan mala disparando que incluso detrás de ella hay peligro, pero en cambio es muy buena poniendo trampas y con armas de gran calibre, tipo bazookas (normal, no hay que apuntar…). Sufre en silencio su amor por Ryo, que se esfuerza en demostrarle continuamente que es la única mujer del mundo con quien no se acostaría. Poco sabe ella que en realidad es correspondida, y que tiene el honor de representar el segundo punto débil de Ryo. Y es que cada vez que ella está en peligro, City Hunter se convierte en una máquina de matar descontrolada y sin razonamiento. Sin embargo nunca admitirá ese amor, ya que hacerlo sería como colocarle una diana para sus muchos enemigos.
Hay otros personajes recurrentes en el manga, como Umibozu. Es el eterno rival de Ryo y su mejor amigo. Participó en la misma guerra civil de Centroamérica que él, pero en el bando contrario. Es un hombre grande y rudo, siempre serio e intimidante. Ryo se ríe mucho a su costa, especialmente cada vez que se cruza con un gato, porque les tiene un miedo atroz. Umibozu es también el compañero de Miki, que regenta la cafetería Cat’s Eye. Ella también fue mercenaria en América y regresó a Japón para estar con él. Y naturalmente no nos podemos olvidar de Saeko. Es inspectora de policía y una verdadera femme fatale. No le da ninguna vergüenza recurrir a sus encantos femeninos para manipular a los hombres, y Ryo está encantado de dejarse manipular. Siempre consigue que le haga el trabajo sucio, llevarse los honores y marcharse sin pagar, para desesperación de Kaori.
El manga consta de 35 tomos y es una carcajada tras otra. También tiene momentos emotivos e incluso tiernos, y aunque se pierde algo la emoción de saber si el bueno vencerá a los malos (que Ryo es el mejor está claro siempre), las tramas son muy entretenidas y llenas de acción. Lo único negativo es que el factor amor nunca llega a desarrollarse, por más que se vea que los dos protagonistas se quieren con locura. El anime es bastante fiel y tiene mucha calidad, tanto por el dibujo como por su magnífica banda sonora, si bien en España tuvimos mala suerte con las traducciones (aunque no tengo yo muy claro que “Ryo” en español quiera decir “Coque”, o “Kaori” quiera decir “Julia”). Últimamente se están editando las películas respetando los nombres originales, y aunque ésas son historias fuera del cánon (como suele pasar), son muy entretenidas.
En resumen, una obra totalmente recomendable e imprescindible para cualquier biblioteca otaku.
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