Título original: Sengoku Otogizoshi InuYasha
Dirección: Masashi Ikeda, Yasunao Aoki
Demografía: shonen
Inuyasha es un semidemonio que, durante el medievo japonés, ansía deshacerse de su humanidad con la ayuda de la poderosa Esfera de los Cuatro Espíritus, la cual custodia la sacerdotisa Kikyo. Tras un enfrentamiento entre ambos ella, herida de muerte, dispara una flecha que amarra a Inuyasha a un árbol sagrado, aletargándole por cincuenta años.
Kagome Higurashi, en el presente, es una adolescente que vive con su familia en el templo shintoísta donde su abuelo es guardián. Un día se acerca a un pozo que permanecía sellado y del cual surge un monstruo que la arrastra con él, pues busca algo que ella no sabe que tiene: la Esfera de los Cuatro Espíritus, encerrada en su alma por ser la reencarnación de la propia Kikyo.
Así, Kagome despierta al pie del árbol donde Inuyasha duerme y, desesperada por escapar del monstruo, extrae la flecha para liberar al semidemonio; sin embargo éste no ha cejado en su empeño de hacerse con la Esfera que ahora tiene Kagome y, tras una serie de incidentes, la joya se acaba rompiendo y sus fragmentos, dispersándose por todo el territorio.
Ahora recae en Kagome e Inuyasha la responsabilidad de recuperarlos antes de que caigan en malas manos, especialmente las de Naraku quien, sin que ellos lo sepan aún, es su principal enemigo y culpable de que el amor que antaño unía a Inuyasha y Kikyo se transformara en odio...
Adaptación de la obra original de Rumiko Takahashi o, mejor dicho, la que se realizó entre los años 2000 y 2004 y que consta de 167 capítulos, abarcando los volúmenes originales del manga hasta el número 35 (de 56). Reconozco que hasta hace poco no me había atraído mucho esta historia, pero dada su popularidad y que la teníamos aquí doblada y todo, al final me decidí a ver el anime. Tengo que decir que no me arrepiento, me ha enganchado completamente y ya puedo decir que es uno de mis favoritos, aunque también me alegro de haberlo visto ahora que está concluido gracias a una serie-secuela (Kanketsu-Hen) de la que ya hablaré.
Kagome Higurashi, en el presente, es una adolescente que vive con su familia en el templo shintoísta donde su abuelo es guardián. Un día se acerca a un pozo que permanecía sellado y del cual surge un monstruo que la arrastra con él, pues busca algo que ella no sabe que tiene: la Esfera de los Cuatro Espíritus, encerrada en su alma por ser la reencarnación de la propia Kikyo.
Así, Kagome despierta al pie del árbol donde Inuyasha duerme y, desesperada por escapar del monstruo, extrae la flecha para liberar al semidemonio; sin embargo éste no ha cejado en su empeño de hacerse con la Esfera que ahora tiene Kagome y, tras una serie de incidentes, la joya se acaba rompiendo y sus fragmentos, dispersándose por todo el territorio.
Ahora recae en Kagome e Inuyasha la responsabilidad de recuperarlos antes de que caigan en malas manos, especialmente las de Naraku quien, sin que ellos lo sepan aún, es su principal enemigo y culpable de que el amor que antaño unía a Inuyasha y Kikyo se transformara en odio...
Adaptación de la obra original de Rumiko Takahashi o, mejor dicho, la que se realizó entre los años 2000 y 2004 y que consta de 167 capítulos, abarcando los volúmenes originales del manga hasta el número 35 (de 56). Reconozco que hasta hace poco no me había atraído mucho esta historia, pero dada su popularidad y que la teníamos aquí doblada y todo, al final me decidí a ver el anime. Tengo que decir que no me arrepiento, me ha enganchado completamente y ya puedo decir que es uno de mis favoritos, aunque también me alegro de haberlo visto ahora que está concluido gracias a una serie-secuela (Kanketsu-Hen) de la que ya hablaré.
Al contrario que la mayoría de las series largas de manganime ésta no es una historia compuesta por varias sagas. El enemigo principal siempre es el mismo y el objetivo no cambia, aunque desde el principio se ve que está tan lejos que por el camino pueden pasar (y pasan) muchísimas cosas. Lo mejor de esto es que los episodios de relleno no estorban, sino que son un descanso necesario pues a veces la trama principal es estresante, y el culpable es (acertadamente) el gran antagonista.
Naraku es uno de los villanos más desesperantes, crueles e inteligentes que he visto; un marionetista que va siempre un paso (o diez) por delante de los protagonistas, que la mayoría del tiempo se lo pasan en clara desventaja e impotentes al ver cómo maneja contra ellos incluso a las personas que aman. No estamos, pues, ante una sucesión de tramas donde los buenos se enfrentan al malo de turno, siempre frustrando sus planes pero sin poder atraparle, y eso es uno de los puntos fuertes de la historia, puesto que pase lo que pase parece que todo forma parte de un plan maestro y por más que uno sepa que los protagonistas tienen que vencer, no haces más que preguntarte cuándo lo conseguirán y cuánto van a tener que sacrificar por el camino.
Naraku es uno de los villanos más desesperantes, crueles e inteligentes que he visto; un marionetista que va siempre un paso (o diez) por delante de los protagonistas, que la mayoría del tiempo se lo pasan en clara desventaja e impotentes al ver cómo maneja contra ellos incluso a las personas que aman. No estamos, pues, ante una sucesión de tramas donde los buenos se enfrentan al malo de turno, siempre frustrando sus planes pero sin poder atraparle, y eso es uno de los puntos fuertes de la historia, puesto que pase lo que pase parece que todo forma parte de un plan maestro y por más que uno sepa que los protagonistas tienen que vencer, no haces más que preguntarte cuándo lo conseguirán y cuánto van a tener que sacrificar por el camino.
Otro punto a destacar es la crudeza de algunas escenas, apabullante, que pintan una Edad Media muy realista en contraste con la normalización de lo sobrenatural que se muestra en la historia. En la era feudal la vida y la muerte no importaban nada, sólo la comida y los territorios. Sorprende, por ejemplo, con qué naturalidad un pueblo decide ponerse a sacrificar niños a un supuesto dios para apaciguar su cólera, e incluso sorprende más que los protagonistas apenas pestañean al enterarse, con la excepción de Kagome porque viene de una época mucho menos dura.
Afortunadamente no todo es drama y ésta también es una historia con mucha comedia, aportada por las particulares personalidades de los personajes, sobre todo Inuyasha y Miroku; el primero por lo arrebatado que es y el segundo porque es un pervertido incurable que chica que conoce, chica a la que le pide un hijo. También hay buenas dosis de romance, tanto del trágico como del gracioso, y partes muy emocionantes.
En el apartado técnico destaca la banda sonora, que es una de las mejores que he oído en muchos años.
La animación también es muy buena, especialmente en las escenas de lucha, muy fluidas y logradas.
El doblaje en español es otro punto positivo, cuidado y con voces bien escogidas, aunque como viene siendo habitual cuando se trata de anime la traducción es regular y hay fallos de continuidad que no acabo de entender, como por ejemplo que la espada de Inuyasha se llame un día "Tessaiga", otro "Colmillo de hierro" y al siguiente "Comillo de acero". En realidad este no es de los peores casos que he visto (al menos respeta los nombres de los personajes y ¿en serio en Los Caballeros del Zodiaco a ningún traductor le pareció raro lo de "por el CUERNO del LEÓN"?), pero de todas formas se agradecería que le hubieran dado un repasito al guión. También queda un poco raro ver a un personaje claramente masculino doblado con voz de mujer, aunque me imagino que esto será alguna clase de censura dado que el tipo en cuestión no paraba de echarle los trastos a Inuyasha. En fin, que podría haber sido peor, pero a veces no entiendo qué les cuesta hacer las cosas bien.
El doblaje en español es otro punto positivo, cuidado y con voces bien escogidas, aunque como viene siendo habitual cuando se trata de anime la traducción es regular y hay fallos de continuidad que no acabo de entender, como por ejemplo que la espada de Inuyasha se llame un día "Tessaiga", otro "Colmillo de hierro" y al siguiente "Comillo de acero". En realidad este no es de los peores casos que he visto (al menos respeta los nombres de los personajes y ¿en serio en Los Caballeros del Zodiaco a ningún traductor le pareció raro lo de "por el CUERNO del LEÓN"?), pero de todas formas se agradecería que le hubieran dado un repasito al guión. También queda un poco raro ver a un personaje claramente masculino doblado con voz de mujer, aunque me imagino que esto será alguna clase de censura dado que el tipo en cuestión no paraba de echarle los trastos a Inuyasha. En fin, que podría haber sido peor, pero a veces no entiendo qué les cuesta hacer las cosas bien.
Lo mejor
En esta historia nadie es un inútil, todos aportan algo y la salvación del mundo no depende de la fuerza del protagonista (quien muchas veces se ve superado). Aparte, se agradece que las mujeres no hagan una vez más el papel de asustarse y estorbar en la batalla: Sango es cazadora de demonios desde niña, Kagome una experta arquera y Kikyo la sacerdotisa más poderosa que existe, por poner sólo tres ejemplos.
La historia de amor entre Inuyasha y Kagome es profunda y convincente. La verdad, generalmente odio los triángulos amorosos, pero tengo que reconocer que éste está bien llevado. La historia de Inuyasha y Kikyo es trágica y aunque su relación terminara no está resuelta, convirtiéndose en el principal obstáculo para la verdadera pareja protagonista, aunque esto no impide que reconozcan sus sentimientos y traten de estar juntos, lo cual se agradece porque a veces se abusa de la tensión no resuelta (nótese que he eliminado lo de "sexual"... es un shonen, casi hay que dar gracias al cielo si se dan la mano). Kagome es la primera en admitir que ama a Inuyasha y él, aunque no lo pone en palabras, no hace nada por disimular que siente lo mismo. Tampoco pestañean si alguien los trata de pareja —como, por ejemplo, las amigas de Kagome—, lo cual da a entender que efectivamente lo son, si bien ambos albergan dudas e inseguridades muy comprensibles: Kagome no está segura del lugar que ocupa en el corazón de Inuyasha y él siente que tiene una deuda con su primer amor. Todo esto provoca algunas escenas tristes, pero afortunadamente su relación tira más por el lado cómico dado el fuerte carácter de ambos.
Lo peor
Como ya he dicho no me gustan los triángulos amorosos, pero mucho menos aún los triángulos forzados, y en mi opinión el personaje de Koga como pretendiente plasta de Kagome y rival de Inuyasha no sólo no aporta nada, sino que chirría hasta el punto de que deseaba su muerte en cada maldita escena donde participara. Sí, a veces soy un poco radical.
Me parece que se pasan un poquito con el tema "¡siéntate!". Puede ser gracioso que todo un guerrero semidemonio con más mala leche que sentido común tenga que lanzarse al suelo cuando la chica en cuestión suelta la palabrita, pero después de la vez número mil ya cansa. La chica acaba pareciendo una abusona.
Más de una vez (y dos) surge este desesperante esquema en la trama:
Naraku: jajajaja, menuda trampa les he preparado...
Inu-Team: No sé no sé... esto me huele a trampa...
Naraku: jajajaja, van directos a mi trampa...
Inu-Team: nos están vigilando, esto tiene pinta de que es una trampa de verdad...
Naraku: jajajaja, míralos han caído en mi trampa...
Inu-Team: Anda, pues al final sí que era una trampa...
Espectador: ¬¬
Conclusión
Hablamos de una obra llena de aventura, comedia y romanticismo, ingredientes de sobra como para satisfacer a cualquiera que soporte las batallas sangrientas y las historias de espíritus y demonios. Algo lenta, quizá, si lo que nos gusta es la clásica estructura por sagas, pero no pienso que se haga pesada en absoluto.
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